



ROSTROS . TÉCNICAS DE DIBUJO
P. MONTSERRAT RIBES
Te proponen dibujar un retrato. Tomas un lápiz de mina blanda y una hoja. Tomas consciencia de las medidas para encuadrar mentalmente, entiendes las proporciones básicas. Todo listo, empieza el retrato.
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Observas detenidamente la persona que resta quieta esperando ser observada. Después de una visión global decides por dónde empezar: estudias primero detenidamente el ojo izquierdo, esta forma esférica cubierta parcialmente por la piel, el mecanismo que esconde... Intentas descubrir la razón de cada pliegue, la dirección de cada marca, la profundidad de cada arruga... aprecias cómo los ojos están hundidos respecto el resto del rostro y no concibes como, aun así, no te fijas en tal evidencia en el día a día.
Y detenidamente vas trasladando la atención a cada uno de los elementos: el ojo derecho, las pestañas, las cejas, la nariz, la boca... Ninguna forma es igual, nada es simétrico.
Bajas la cabeza, con el lápiz tomas formas, medidas, compruebas si las trazas se ajustan no sólo a aquello que observas pero también a principios básicos... vas dibujando, vas interiorizando...
Maravilla la perfección del ser humano: el rigor de cada detalle. Descubres la belleza de la persona que, por unos instantes -lo que dura un retrato- se da plenamente a ti para que analices todos sus detalles que, involuntariamente, vas reduciendo al ir definiendo... detalles que evocan a la interioridad del retratado, expresan cada uno de sus sentimientos, emociones.. quizá sea verdad que el rostro es la expresión del alma, que el corazón va ligado al cuerpo y todo aquello interior se exterioriza con gestos y expresiones.
La mirada hacia el arte y hacia la vida se confunden. En la elaboración de un retrato no entiendes el arte como instrumento didáctico sino como medio de expresión y conocimiento a partir del cual se intenta captar la belleza, una pasión que da fuerza al mundo. El ojo del artista busca el significado oculto en la mirada cotidiana de aquello que contemplamos. Las buenas obras de arte evocan a experiencias que crean confusión entre el arte y la propia vida. Hace falta volver a mirar siempre como si de la primera vez se tratase, pero sin prescindir de todo aquello aprendido con la experiencia y con la vida.
A medio camino entre la existencia y la verdad.
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